Los Mano a mano de la Fundación Caja Sol retomaron su actividad y llegaron a su edición número 60
El matador de toros Juan Ortega y el escritor y periodista Juan del Val protagonizaron anoche una nueva edición de los Mano a Mano de la Fundación Cajasol, en concreto la número 60 de estos encuentros culturales que se celebran en Sevilla desde 2007. Esta nueva cita, que logró agotar todas las invitaciones disponibles a las pocas horas de ponerse a la disposición del público, estaba hilada por la relación entre el mundo de la televisión y las corridas de toros. Juan Ortega se asomaba este martes a su primer acto público después de mostrar su excelente momento –ese toreo clásico pleno de naturalidad- en la feria de San Isidro celebrada en la plaza de Vistalegre de Madrid. Los aficionados, precisamente, pudieron ver por televisión la gran faena del diestro sevillano que brindó a su tocayo Juan del Val con las cámaras por testigo. Y juntos, finalmente, se sentaron en la tarde de este martes de mayo en el escenario de la Fundación Cajasol, que reanudaba así su propia historia después de un nuevo receso forzado por las restricciones de la pandemia. La ovación sostenida que recibió a los protagonistas del acto certificó las ganas que había. Ganas de escuchar hablar de toros, cultura y comunicación bajo la moderación del periodista José Enrique Moreno que habló de “ilusión” y “reencuentro” antes de recordar su íntima amistad con Juan del Val, al que definió como “escritor de éxito”. Pero había que entrar en materia. El moderador recordó esa corrida de Linares del pasado mes de agosto que situó a Ortega en el punto de mira del aficionado. La televisión, una vez más, permitió que el diestro sevillano pudiera amplificar el eco de su triunfo. “Las circunstancias que rodearon la pandemia permitieron que la corrida de Linares, con la televisión por medio, tuviera una atención extra del aficionado”, explicó el torero señalando que fue “capaz de hacerle a un toro lo que tanto tiempo llevaba soñando”. Y las cámaras fueron testigo… “Yo empecé a salir en televisión -en el programa de El Hormiguero- forzado por la pandemia”, apostilló Del Val. “A veces creo que todo esto no me está pasando a mí”, explica el conocido periodista que aún siente cierta extrañeza cuando es reconocido por la calle. Naturalidad Pero se habló de otros conceptos, comunes a ambos oficios. Uno de ellos es el de la naturalidad. “Mi objetivo principal es estar delante de la cara del toro lo más natural posible”, argumentó Ortega señalando que “el toreo no deja de ser una lucha constante contra tu instinto de conservación”. Del Val, en ese sentido, sentenció que “hay una desigualdad absoluta entre lo que hace un torero y lo que hacemos los demás, es difícilmente comparable”. El escritor recordó su faceta de comentarista político en el programa de Ana Rosa y su actual rol de tertuliano con Pablo Motos, que sólo le pidió una cosa cuando lo incorporó a la tertulia: “Sé tú”. Del Val puso sobre la mesa otro concepto común a un periodista y un torero como el de la valentía, “necesaria para decir lo que piensas asumiendo que hay gente a la que no le puede gustar”. Pero había que seguir hablando de lugares comunes, como la aparente facilidad en las novelas de Juan del Val -alabada por Antonio García Barbeito, de quien se leyó un breve texto al respecto-, cualidad a la que aludió Del Val para definir el toreo de Juan Ortega. Tocaba hablar de la trayectoria reciente del torero sevillano, que encontró un punto de inflexión a raíz de su encuentro personal y profesional con el maestro Pepe Luis Vargas, que ha ejercido su influencia más allá de la estricta faceta de apoderado. “Yo soñaba hacer cosas que no salían delante de los toros y creía que estaba equivocado, lleno de dudas, hasta mi encuentro con el maestro”. El concepto de naturalidad volvía a hacerse presente: “He conocido a muy pocas personas que tengan ese concepto del toreo”, añadió Ortega que desde pequeño profesó una gran admiración a los matadores más señeros del tronco sevillano. “Desde niño conservaba fotografías de algunos matadores; una fotografía tomada en el momento justo es el momento cumbre de expresión de un torero y a mí me gustaría alcanzar ese punto”, explicó Juan Ortega. Del Val reincidió en el concepto de la naturalidad, pero lo vinculó al de la pureza para definir a su tocayo como torero y persona. “Juan transmite fragilidad, la sensación de que siempre puede pasar algo y eso surge muy puro y me arrebata; ese punto de fragilidad le faltaba hace tiempo a los toreros y transmite mucho”, añadió el famoso escritor invocando a la Niña de los Peines al afirmar que “el arte surge cuando se terminan las facultades”. Talento de la gente del toro José Enrique Moreno recordó los inicios profesionales de Juan del Val como cronista taurino de Radio Nacional. “Yo no sabía escribir ni tampoco de toros, pero el periodismo taurino me ha aportado mucho y el toreo mucho más; los personajes del toro transmiten vida y valores que no están en ninguna parte”, insistió Juan del Val defendiendo el talento de los actores del mundo taurino, “superior al de cualquier ámbito”. “Yo hago lo que hago porque soy aficionado a los toros y si no sería un ser mucho menos interesante de lo que pueda ser”, insistió el novelista asegurando que había aprendido mucho de la vida a través del toreo. “Si soy algo, soy taurino”, sentenció entre aplausos. “Es difícil encontrar buenos aficionados con los que se pueda hablar de toros en profundidad”, terció Ortega. Del Val recordó el reciente brindis de Madrid. “Yo doy buen bajío a los toreros”, bromeó el escritor insistiendo en su rendida admiración por los hombres de luces. Llegó el turno de hablar del toreo como escuela de valores, pero Del Val quiso profundizar en ese concepto al afirmar que “más allá de las formas y el respeto, hay algo más; el toreo es algo tan inmenso que no se puede apoyar sólo en la tradición”. El moderador interpeló a su colega preguntando a dónde quería llegar: "El toreo tiene una esencia de verdad que se aleja de esta sociedad infantilizada; explica la vida como nada; en el toreo esta todo: el éxito, el fracaso, la muerte, el dolor… Todo eso va más allá de la tradición”, sentenció Juan del Val. El toreo sevillano No se dejó de hablar de un concepto complejo, la definición del toreo sevillano que Ortega entiende como “el que lo engloba todo”. ¿Qué le ha aportado Pepe Luis Vargas? Preguntó el moderador antes de que el diestro sevillano argumentara que “el toreo es un hilo con matadores de toros que han marcado el devenir de la fiesta y cuando has tenido la oportunidad de convivir con esos toreros has mamado desde las mismas fuentes y eso es lo que ha podido vivir mi maestro” … Se habló de la profundidad y la pinturería: "La profundidad es cuando te duele -dijo el torero-. Si te araña el alma es que eso es profundo". En esa misma línea, Del Val analizó la nueva hornada de matadores explicando que “hay muchos toreros buenos y diferentes”. Juan Ortega, que diseccionó otros conceptos vedados al espectador, es uno de ellos. Le esperan tres tardes en Sevilla el próximo mes de septiembre después de esperar seis años para debutar en la plaza de la Maestranza. Pero no faltó un guiño a la faceta televisiva de Juan del Val que escenificó una de sus conocidas polemizaciones de ‘El Hormiguero’ para poner punto final. “En el toreo detesto el verbo funcionar, esto no va de lavadoras… También hay verbos extraños, como cuando alguien dice que el toro se desliza...Y ya puestos, y con el máximo respeto al Monstruo de Córdoba, yo aboliría las manoletinas. O cuando alguien le dice al torero 'vamos a ponernos de verdad', ¿es que lo de antes no era verdad...?". "Es peor ese que te dice detrás de unas tablas que el toro 'no vale nada' cuando te está mirando la barriga”, apostilló con buen humor Ortega, que contempló a su tocayo dar dos lances y media con el capote que se había puesto como decoración. Y lo hizo con buen estilo... La charla dio para mucho, pero dejó ganas de más. Los ‘Mano a Mano’ de Cajasol han retornado con fuerza.
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